viernes, 18 de noviembre de 2011

Erich Maria Remarque - Sin novedad en el frente

Literatura /



En este libro, el escritor alemán Erich Maria Remarque, de manera casi autobiográfica, retrata de manera extrema el sentir de Paul Baumer, un joven soldado alemán, prácticamente un niño, quien, en primera persona, nos va narrando la situación dantesca del conflicto bélico, la camaradería con sus compañeros, las relaciones jerárquicas, sus vinculaciones familiares…mediante una descripción espeluznante, deprimente y realista, que penetra en el sensible lector hasta hacerle partícipe de las miserias, agonías y la sinrazón de una guerra perdida de antemano por todos los combatientes, sean del bando que sean, desligados de la realidad e inmersos en la cotidianeidad de la barbarie.

El impacto de la representación del horror, la crueldad y la muerte en el contexto de la Primera Guerra Mundial impacta hoy en día tanto como en la época de su primera edición, convirtiendo la lectura de este libro en una experiencia sobrecogedora.

Sin novedad en el frente (All quiet in the Western front), fue escrita por Erich Maria Remarque, pseudónimo de Erich Paul Remark (Osnabrück 1897 – Locarno 1970). El autor dice de su obra: «no pretende ser ni una acusación ni una confesión, solo intenta informar sobre una generación destruida por la guerra, totalmente destruida, aunque se salvase de las granadas». Publicada en Alemania en 1929, ya en ese mismo año se habían vendido un millón y medio de ejemplares, nada menos. También se había traducido a veintiséis idiomas. Hasta la fecha se han publicado ediciones en cincuenta idiomas y se llevan vendidos unos veinte millones de ejemplares. En 1931 publicó la que sería continuación de este best-seller, El regreso, en la que escribe sobre la vivencias de los protagonistas supervivientes de la primera novela durante la posguerra. En 1933 ambas novelas fueron pasto de las llamas durante las quemas de libros que tuvieron lugar en varias ciudades alemanas, junto con obras de otros autores y artistas como Heinrich, Thomas Mann y otros, acusados de atentar contra el llamado «espíritu alemán», por los nazis, bien por ser judíos o por sus ideas contrarias al régimen.

Dice la leyenda negra que circuló durante algún tiempo sobre este autor que su verdadero apellido era Kramer (Remark al revés), siendo esta un bulo nazi para asegurar que el escritor, censurado por Adolph Hitler, no constara que había estado en la guerra al mismo tiempo que lo tachaban de judío, hechos ambos falsos.

Se han filmado dos versiones de la novela de Remarque: una en 1930 (una joya del cine mudo), dirigida por Lewis Milestone y otra en 1979, esta por Albert Mann. La primera de ellas es la más real de las dos y se ha ganado la vitola de ser considerada una de las mejores películas antibelicistas de todos los tiempos.

Paul Baümer nos relata en primera persona, y como parte activa de la misma, ya que no sabe lo que va a ir sucediendo a lo largo de los doce capítulos de que consta esta obra, sus vivencias en el Frente Oeste abierto por los alemanes a donde es enviado a luchar contra el enemigo. Son realmente niños pero se dan cuenta de cómo va cambiando su personalidad a lo largo de todo el relato pues pasan de ser lo que realmente son a convertirse en verdaderos hombres. Paul Baümer, podría decirse que es su alter ego, (el autor participó en la contienda y resultó herido) llegará a decir: «Juventud de hierro. ¿Juventud? Ninguno de nosotros tiene más de veinte años, pero no somos jóvenes. Nuestra juventud… Estas cosas son ya agua pasada… Somos viejos muy viejos».

A mi modo de ver hay un momento espeluznante en el que Paul Baümer expresa su remordimiento ante lo que acaba de hacer, en el que acaba de matar a un soldado francés: «Tan sólo ahora comprendo que eres un hombre como yo. Pensé entonces en tus granadas de mano, en tu bayoneta, en tu fusil… Ahora veo a tu mujer, veo tu casa, lo que tenemos de común. Perdóname camarada. Siempre nos damos cuenta demasiado tarde de las cosas. ¿Por qué no nos dicen continuamente que vosotros sois unos infelices como nosotros, que vuestras madres viven en la misma angustia que las nuestras y que tenemos el mismo miedo a morir, el mismo agonizar, los mismos dolores?…» (p. 195).

El lenguaje de la novela es coloquial, el de los soldados, o sea, los incorporados a filas venidos de la vida civil, pues así con él puede expresar ideas claras además de los términos propios que se emplean habitualmente en el ejército. Esas ideas las expone mediante formas como el diálogo, la narración, descripción y hasta en algunas ocasiones el monólogo, usando también ciertas notas de ironía como cuando le preguntan los compañeros cómo está y les responde. «Bien, bastante bien, si no fuese por estos terribles dolores en el pie» (p. 16) o metáforas «la venganza es como una longaniza» (p. 45).

Es una novela que impone, pues el autor denuncia en ella los estragos que ocasiona entre los soldados que van al frente enviados allí engañados para defender el patriotismo, pero lo que realmente les espera es el horror, el drama, la muerte. Los soldados, según Remarque, no luchan por su país, luchan por sobrevivir, sea como sea, deseando que esa locura se acabe para volver a casa, a su hogar, a seguir con la vida que habían planeado tener. Desean, en definitiva, la paz, porque la guerra en sí solo va a dejar marcados a una generación de jóvenes que son enviados a ellas por la autoridad que se lo obliga diciéndoles que es un deber suyo con la patria pero la triste realidad es que son enviados a una muerte de las que pocos se van a librar. Son enviados por la jerarquía, por el mando pero tanto ellos como los soldados enemigos son solo víctimas. Pero, a pesar de que impone, la recomiendo pues nos invita a la reflexión, a pensar que toda guerra que hubo, hay o habrá, son un sinsentido y el único fin de ellas es la destrucción del hombre por el hombre y, lo más triste, es que siempre habrá alguien que saque provecho de ellas. Recomendable por su fácil lectura.






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