Por: Italo Sánchez
“Frente al uso de mesnadas y la acción militar reaccionaria respondimos contundentemente con una acción: Lucanamarca, ni ellos ni nosotros la olvidamos, claro, porque ahí vieron una respuesta que no se imaginaron, ahí fueron aniquilados más de 80, eso es lo real; y lo decimos, ahí hubo exceso, como se analizara en el año 83, pero toda cosa en la vida tiene dos aspectos: nuestro problema era un golpe contundente para sofrenarlos, para hacerles comprender que la cosa no era tan fácil; en algunas ocasiones, como en ésa, fue la propia Dirección Central la que planificó la acción y dispuso las cosas, así ha sido”.
Entrevista al Presidente Gonzalo.
Entrevista al Presidente Gonzalo.
Desde su luminosa trinchera de combate del penal de la Base Naval del Callao, el líder senderista y autodenominado “como el más grande marxista-leninista-maoísta viviente sobre la faz de la tierra”, asumiendo lo que alguna vez proclamó, “sólo se firma en la mesa lo que está refrendado en el campo de batalla porque nadie entrega lo que no ha perdido”(1); nos anuncia el inicio de lo que presumiblemente será su última batalla: “solución política a los problemas derivados de la guerra, amnistía general y reconciliación nacional”.
Se cierra un periodo en la historia de Sendero Luminoso. Atrás quedan las proclamas incendiarias donde Abimael prometía “vamos a generalizar los grupos; vamos a actuar en boicot, cosechas, invasiones, sabotajes, terrorismo y principalmente en acciones guerrilleras. Ese es nuestro destino, nuestra necesidad. Todos hemos firmado: que florezca la violencia concretada en ILA”(2). Pero nada indica que se abre uno nuevo. Abimael Guzmán no tiene la suficiente capacidad como para reagrupar a sus raleadas huestes y aglutinarlos bajo las nuevas banderas del acuerdo de paz.
La propuesta de Guzmán ha generado aún más confusión en las desorientadas y fragmentadas tendencias en que se ha dividido Sendero Luminoso. Para los seguidores de Guzmán que publican el panfleto “Sol Rojo” en Internet, todo esto no es más que una patraña montada por la CIA. Y en un desesperado acto de fe, se aferran al clavo candente de las conspiraciones. “Han vuelto a reunir a Martha Huatay, Cox, Morote en el penal de “Piedras Gordas”. Luego, la rata “Miriam”, a quien la reacción va presentando como la sucesora, se ha ido al hospital, dicen “para un chequeo renal”, posteriormente, dicen: “que Miriam quieren reunirse con el Guzmán por ser pareja”. Lo que concreto es que, mientras tengan al Presidente Gonzalo, van a sacar provecho para tratar de dividir, lo que quieren es cambiar el pensamiento gonzalo para aniquilar la guerra popular. La reacción permite reuniones, paseos de las ratas, pero de ninguna manera una presentación publica y directa del Presidente, solamente aparecen pública y directamente Cox, Morote, Martha, Miriam, etc. Por eso, a nosotros nos corresponde seguir exigiendo con guerra popular la presentación pública y directa del Presidente Gonzalo y que pueda pronunciarse”(3).
Mientras que por otro lado, un sector disidente de SL dirigido por Arce Borja afirma “que Sendero Luminoso, desde 1993, se ha convertido en un partido político de la contrarrevolución, cuyos actos sirven exclusivamente de soporte de los gobiernos de turno, y del sistema corrompido del Perú”, y en consonancia con esa idea, sostiene que “el contenido ideológico político de este libro reafirma una vez más la conducta traidora de Guzmán”(4).
Educados en la aberrante idea de la eterna lucha de dos líneas y con toda una trayectoria despiadada de “solucionar sus contradicciones internas”, las profundas diferencias entre estas tendencias en que se ha dividido el senderismo son un recordatorio de como Abimael Guzmán ha manejado los problemas internos de su organización. Para los seguidores de Guzmán “este Borja ha devenido en un simple soplón, quién ha mordido la mano generosa del Partido y que debe saber que la justicia revolucionaria a veces tarda, pero siempre llega, pierda cuidado, independientemente de tiempo y lugar”(5). Sobran los comentarios.
Queda por ver que actitud asumirá la facción que actúa en el VRAE, quienes en uno de los pocos comunicados que se les atribuye sostienen que “Gonzalo ha sido superado y desplazado, exigimos que sea fusilado o que se nos entregue para hacerle juicio popular y en menos de un día dictar la sentencia máxima aplicada a los traidores”(6). Algo tendrá que decir Víctor Quispe Palomino para completar este aquelarre senderista.
Abimael Guzmán perdió “la madre de todas las batallas”, perdió la batalla con la historia. Abimael Guzmán, el filósofo, cree que la realidad lo ha traicionado, que el nuevo mundo que soñó en ese lejano paraje de Chuschi se hace cada vez más incomprensible, se oscurece, y que en esa fatal disyuntiva, la existencia de los supremos ideales a los que alguna vez atribuyó mayor valor que la vida misma, dejan de tener sentido real. Sus manos no tienen la firmeza para enarbolar y ahora solo le queda las fuerzas para arriar sus banderas primigenias.
El iniciador de la gesta senderista destinada a barrer a la reacción de la faz de la tierra, el personaje que construyó su liderazgo al interior de Sendero Luminoso proclamando que “si nuestra sangre y vida son reclamadas tengamos una actitud: llevarlas en la mano para entregarlas; pongámoslas al servicio de lo que es la causa más justa y más grande”(7), con la publicación de su libro “De puño y letra” está asumiendo en la práctica el papel de sepulturero de su propia criatura. Abimael es un cadáver político insepulto.
Derrotado por la realidad, su obra estará indisolublemente asociada a uno de los periodos más sangrientos e irracionales de nuestra historia reciente. La tormenta que nos anunció fue efímera, el viento una ráfaga helada de sangre y fuego, y a pesar de sus fanáticos alegatos sobre el poder de los fusiles, Abimael Guzmán concluyó su corta marcha con las manos desarmadas y en completa soledad.
Abimael Guzmán confundió lo particular con lo general. Desde un voluntarismo mesiánico y absurdo pretendió demostrar que los rasgos peculiares de la realidad del campo ayacuchano eran la esencia real del país. Quiso torcer la realidad anunciándonos que “el futuro está en el cañón de los fusiles”(8). Nunca entendió que la historia no se hace al libre albedrío, sino que las circunstancias son las que condicionan nuestro accionar. Desde una visión equivocada empezó a construir un discurso político que se nutría de la versión más dogmática del maoísmo, llegando al paroxismo de rendir culto absoluto a la violencia, y desde un fanatismo militarista, las acciones armadas debían confirmar la veracidad de su discurso político. Su concepción del socialismo es anacrónica y retrógrada, es la negación absoluta de los valores fundamentales de libertad, democracia y respeto por la vida humana. Nunca tuvo capacidad de entender la voluntad de las masas, y desde una política de terror pretendió imponer su voluntad sobre el conjunto de la sociedad. El pensamiento Gonzalo es la antítesis del pensamiento dialéctico, marxista y científico.
El sendero por el cual Abimael Guzmán quiso alcanzar la eternidad, está anegado de sangre y terror; es un sendero que pretendió llevarnos al abismo y que es co-responsable de las miles de víctimas que la guerra sucia dejó en nuestra patria. La única diferencia es que mientras casi la totalidad de la cúpula de senderista se encuentran recluidos en prisión, los principales responsables políticos de los que elaboraron la estrategia de la lucha anti-subversiva se encuentran libres.
Abimael busca ahora consuelo en pequeñas escaramuzas políticas que lo saquen del ostracismo político en que esta reducido. Si no fuera por la torpeza con que el gobierno viene actuando, la presentación de su libro no hubiera pasado más allá de un hecho anecdótico, un siniestro recuerdo de lo que nunca ha de volver porque no puede ni debe volver. Incompetentes en desarrollar un oportuno deslinde político sobre los puntos centrales que Guzmán plantea en su libro, se dedican a disquisiciones formales, creyendo que las ideas, por más absurdas que sean, se pueden encarcelar.
La infantil reacción de la derecha conservadora le ha permitido a Abimael Guzmán conseguir lo que la historia le ha negado: 5 minutos de fama y convertirse por un instante en el centro del debate político. Claro que esta fama pasajera es producto más de los intereses subalternos y mezquinos que animan el accionar de la derecha, que mérito propio de Guzmán. Hay una suerte de comunión de intereses entre los extremos, en donde a la derecha recalcitrante le conviene mantener vivo el fantasma del eterno regreso del senderismo.
Para el fujimorismo y los sectores más conservadores de la derecha, mantener el tema de sendero en el candelabro político les es sumamente funcional a su proyecto. Les es tan funcional que los fujimoristas estarán que saltan de contentos con la propuesta de “amnistía general” planteada por Guzmán.
No existe ningún asidero político y legal para solicitar una “amnistía general”. Abimael Guzmán y demás presos de la cúpula senderista, así como los otros responsables de la guerra sucia como Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos están condenados por crímenes de lesa humanidad cometidos bajo sus responsabilidades. Aquí no cabe amnistía de ninguna naturaleza. No queremos perdón ni olvido. Demandamos justicia. Justicia para todas las víctimas inocentes del delirio senderista y las víctimas de los horrores de la lucha antisubversiva. Justicia para las víctimas de Lucanamarca, pero también para las víctimas de La Cantuta, del Frontón, de Lurigancho, de Los Molinos, de Barrios Altos, de Tarata, etc.
Sólo sobre la base firme de la justicia se puede cerrar las heridas sangrantes que dejaron la década del terror que vivimos y que esperamos que nunca más se vuelva a repetir.
Se cierra un periodo en la historia de Sendero Luminoso. Atrás quedan las proclamas incendiarias donde Abimael prometía “vamos a generalizar los grupos; vamos a actuar en boicot, cosechas, invasiones, sabotajes, terrorismo y principalmente en acciones guerrilleras. Ese es nuestro destino, nuestra necesidad. Todos hemos firmado: que florezca la violencia concretada en ILA”(2). Pero nada indica que se abre uno nuevo. Abimael Guzmán no tiene la suficiente capacidad como para reagrupar a sus raleadas huestes y aglutinarlos bajo las nuevas banderas del acuerdo de paz.
La propuesta de Guzmán ha generado aún más confusión en las desorientadas y fragmentadas tendencias en que se ha dividido Sendero Luminoso. Para los seguidores de Guzmán que publican el panfleto “Sol Rojo” en Internet, todo esto no es más que una patraña montada por la CIA. Y en un desesperado acto de fe, se aferran al clavo candente de las conspiraciones. “Han vuelto a reunir a Martha Huatay, Cox, Morote en el penal de “Piedras Gordas”. Luego, la rata “Miriam”, a quien la reacción va presentando como la sucesora, se ha ido al hospital, dicen “para un chequeo renal”, posteriormente, dicen: “que Miriam quieren reunirse con el Guzmán por ser pareja”. Lo que concreto es que, mientras tengan al Presidente Gonzalo, van a sacar provecho para tratar de dividir, lo que quieren es cambiar el pensamiento gonzalo para aniquilar la guerra popular. La reacción permite reuniones, paseos de las ratas, pero de ninguna manera una presentación publica y directa del Presidente, solamente aparecen pública y directamente Cox, Morote, Martha, Miriam, etc. Por eso, a nosotros nos corresponde seguir exigiendo con guerra popular la presentación pública y directa del Presidente Gonzalo y que pueda pronunciarse”(3).
Mientras que por otro lado, un sector disidente de SL dirigido por Arce Borja afirma “que Sendero Luminoso, desde 1993, se ha convertido en un partido político de la contrarrevolución, cuyos actos sirven exclusivamente de soporte de los gobiernos de turno, y del sistema corrompido del Perú”, y en consonancia con esa idea, sostiene que “el contenido ideológico político de este libro reafirma una vez más la conducta traidora de Guzmán”(4).
Educados en la aberrante idea de la eterna lucha de dos líneas y con toda una trayectoria despiadada de “solucionar sus contradicciones internas”, las profundas diferencias entre estas tendencias en que se ha dividido el senderismo son un recordatorio de como Abimael Guzmán ha manejado los problemas internos de su organización. Para los seguidores de Guzmán “este Borja ha devenido en un simple soplón, quién ha mordido la mano generosa del Partido y que debe saber que la justicia revolucionaria a veces tarda, pero siempre llega, pierda cuidado, independientemente de tiempo y lugar”(5). Sobran los comentarios.
Queda por ver que actitud asumirá la facción que actúa en el VRAE, quienes en uno de los pocos comunicados que se les atribuye sostienen que “Gonzalo ha sido superado y desplazado, exigimos que sea fusilado o que se nos entregue para hacerle juicio popular y en menos de un día dictar la sentencia máxima aplicada a los traidores”(6). Algo tendrá que decir Víctor Quispe Palomino para completar este aquelarre senderista.
Abimael Guzmán perdió “la madre de todas las batallas”, perdió la batalla con la historia. Abimael Guzmán, el filósofo, cree que la realidad lo ha traicionado, que el nuevo mundo que soñó en ese lejano paraje de Chuschi se hace cada vez más incomprensible, se oscurece, y que en esa fatal disyuntiva, la existencia de los supremos ideales a los que alguna vez atribuyó mayor valor que la vida misma, dejan de tener sentido real. Sus manos no tienen la firmeza para enarbolar y ahora solo le queda las fuerzas para arriar sus banderas primigenias.
El iniciador de la gesta senderista destinada a barrer a la reacción de la faz de la tierra, el personaje que construyó su liderazgo al interior de Sendero Luminoso proclamando que “si nuestra sangre y vida son reclamadas tengamos una actitud: llevarlas en la mano para entregarlas; pongámoslas al servicio de lo que es la causa más justa y más grande”(7), con la publicación de su libro “De puño y letra” está asumiendo en la práctica el papel de sepulturero de su propia criatura. Abimael es un cadáver político insepulto.
Derrotado por la realidad, su obra estará indisolublemente asociada a uno de los periodos más sangrientos e irracionales de nuestra historia reciente. La tormenta que nos anunció fue efímera, el viento una ráfaga helada de sangre y fuego, y a pesar de sus fanáticos alegatos sobre el poder de los fusiles, Abimael Guzmán concluyó su corta marcha con las manos desarmadas y en completa soledad.
Abimael Guzmán confundió lo particular con lo general. Desde un voluntarismo mesiánico y absurdo pretendió demostrar que los rasgos peculiares de la realidad del campo ayacuchano eran la esencia real del país. Quiso torcer la realidad anunciándonos que “el futuro está en el cañón de los fusiles”(8). Nunca entendió que la historia no se hace al libre albedrío, sino que las circunstancias son las que condicionan nuestro accionar. Desde una visión equivocada empezó a construir un discurso político que se nutría de la versión más dogmática del maoísmo, llegando al paroxismo de rendir culto absoluto a la violencia, y desde un fanatismo militarista, las acciones armadas debían confirmar la veracidad de su discurso político. Su concepción del socialismo es anacrónica y retrógrada, es la negación absoluta de los valores fundamentales de libertad, democracia y respeto por la vida humana. Nunca tuvo capacidad de entender la voluntad de las masas, y desde una política de terror pretendió imponer su voluntad sobre el conjunto de la sociedad. El pensamiento Gonzalo es la antítesis del pensamiento dialéctico, marxista y científico.
El sendero por el cual Abimael Guzmán quiso alcanzar la eternidad, está anegado de sangre y terror; es un sendero que pretendió llevarnos al abismo y que es co-responsable de las miles de víctimas que la guerra sucia dejó en nuestra patria. La única diferencia es que mientras casi la totalidad de la cúpula de senderista se encuentran recluidos en prisión, los principales responsables políticos de los que elaboraron la estrategia de la lucha anti-subversiva se encuentran libres.
Abimael busca ahora consuelo en pequeñas escaramuzas políticas que lo saquen del ostracismo político en que esta reducido. Si no fuera por la torpeza con que el gobierno viene actuando, la presentación de su libro no hubiera pasado más allá de un hecho anecdótico, un siniestro recuerdo de lo que nunca ha de volver porque no puede ni debe volver. Incompetentes en desarrollar un oportuno deslinde político sobre los puntos centrales que Guzmán plantea en su libro, se dedican a disquisiciones formales, creyendo que las ideas, por más absurdas que sean, se pueden encarcelar.
La infantil reacción de la derecha conservadora le ha permitido a Abimael Guzmán conseguir lo que la historia le ha negado: 5 minutos de fama y convertirse por un instante en el centro del debate político. Claro que esta fama pasajera es producto más de los intereses subalternos y mezquinos que animan el accionar de la derecha, que mérito propio de Guzmán. Hay una suerte de comunión de intereses entre los extremos, en donde a la derecha recalcitrante le conviene mantener vivo el fantasma del eterno regreso del senderismo.
Para el fujimorismo y los sectores más conservadores de la derecha, mantener el tema de sendero en el candelabro político les es sumamente funcional a su proyecto. Les es tan funcional que los fujimoristas estarán que saltan de contentos con la propuesta de “amnistía general” planteada por Guzmán.
No existe ningún asidero político y legal para solicitar una “amnistía general”. Abimael Guzmán y demás presos de la cúpula senderista, así como los otros responsables de la guerra sucia como Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos están condenados por crímenes de lesa humanidad cometidos bajo sus responsabilidades. Aquí no cabe amnistía de ninguna naturaleza. No queremos perdón ni olvido. Demandamos justicia. Justicia para todas las víctimas inocentes del delirio senderista y las víctimas de los horrores de la lucha antisubversiva. Justicia para las víctimas de Lucanamarca, pero también para las víctimas de La Cantuta, del Frontón, de Lurigancho, de Los Molinos, de Barrios Altos, de Tarata, etc.
Sólo sobre la base firme de la justicia se puede cerrar las heridas sangrantes que dejaron la década del terror que vivimos y que esperamos que nunca más se vuelva a repetir.
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(1) Entrevista a Abimael Guzmán. (1988)
(2) Comenzamos a derribar los muros y a desplegar la aurora. (1980)
(3) Editorial de Sol Rojo nr. 32. Sept. 2009
(4) Luis Arce Borja. De Puño y Letra de Guzmán. Apología de la traición.
(5) Editorial de Sol Rojo nr. 32. Sept. 2009
(6) Comunicado del Comité Regional Princial del Centro del Partido Comunista del Perú. Febrero de 2009
(7) Comenzamos a derribar los muros y a desplegar la aurora. (1980)
(8) Somos los iniciadores. Abril 1980
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