martes, 6 de septiembre de 2011

Fernando Villavicencio - Ecuador: De Banana Republic a la República del Pedo Chino

Fernando Villavicencio Valencia
Ecuador: De Banana Republic a la República del Pedo Chino
21-8-2011
 
 

“En el mundo, hay tendencias políticas de derecha disfrazadas de izquierda,
es una derecha diestra y cuando gobierna es una izquierda siniestra”
Mario Benedetti.

Banana Republic, no es solo una marca de ropa pelucona[i], sino también uno de los sellos de la retazada historia ecuatoriana, trucada en el libro  “De Banana Republic a la No República”,  texto brotado de la pluma insurrecta del economista Rafael Correa Delgado, en el cual el primer mandatario cuenta parte de las tragedias nacionales, las publicitadas tinieblas de “la larga noche neoliberal”, superadas ya –según él- en el albor de la revolución ciudadana.
 
En el Ecuador se conoce como  pedo chino, a unas pepitas negras de un arbusto que al molerlas producen un olor pestilente capaz de provocar asco, vómito y estampida de masas. Cuando niños lo usábamos con frecuencia en la escuela para zafarnos de un examen o atormentar a un compañero; incluso en el parlamento, en época de la partidocracia fue aplicado por el sector zurdo, para sacar de la sala de sesiones a algunos refinados diputados de la diestra. Ahora, en la era digital del Congreso, el aparato de voto electrónico, en segundos convierte en siniestro a un diestro asambleísta.

Aunque el pedo sea patrimonio fisiológico de la humanidad y de la especie animal en general, el pedo chino tiene marca registrada y popularidad, por no ser hipócrita y llegar casi al cinismo, es decir que para los chinos, el grito estomacal y su eco nasal son actos legitimados por la moral pública. En la larga noche neoliberal, la partidocracia pedaba pero con discreto encanto, tras bastidores, eran pedos hacia adentro, silentes y patentados con el pedigrí del Tío Sam.

En el libro, una compilación de ensayos, escritos cuando Rafael Correa tenía tiempo para ensayarse en las letras, o sea antes de convertirse en el  Señor Presidente[ii], se queja de la dependencia al capital extranjero, de la falta de nación y decisión soberana, algo que todo ecuatoriano medianamente informado ya sabía o sentía: que un país productor de cacao sea importador de chocolate; que un exportador de petróleo sea importador de gasolina; una nación en ciernes, privatizadora de ganancias y socializadora de pérdidas, la banana repúblic. Esa historia de la  “larga noche neoliberal”, hoy es historia dirá el facundo mandatario, asegurando que con el socialismo del siglo 21 se prendió la luz del eterno amanecer.    

En aquella época de la banana republic, cuando la deuda externa se volvió eterna, el Tío Sam, nos prestaba dólares con intereses usureros, nos cobraron diecisiete veces la misma deuda; entonces los zurdos enloquecían en las calles y hasta torcían cuellos de gobiernos lacayos; ahora, en tiempos de la república del pedo chino, los revolucionarios contratan dólares chinos con el 7.5% de interés, hipotecando petróleo, con precios y premios marcados con el dedo presidencial, pero los zurdos apoltronados en Carondelet ya han perdido el olfato de tanta fetidez y en las plazas ecuatorianas ni el silencio grita su hastío.

En Ecuador, no solo los pedos chinos son chinos, los tubos petroleros de mala calidad también lo son; las barbies gringas que pierden la cabeza son ensambladas en china; los relojes suizos de varios ministros son made in china; cuentan que los condones de sabores vienen de la ex patria de Mao; se come caldo de patas[iii]  en el chifa Taiwan; los puentes con sobreprecio son chinos; las centrales hidroeléctricas sobre preciadas son construidas y financiadas por chinos; el setenta por ciento del petróleo va a Petrochina, con descuento; los contratos sin licitación se rubrican con bolígrafo chino; el plan B para matar el Yasuní será ejecutado con taladros chinos; en la refinería del pacífico se licuarán ganancias chinas; y, hasta los besos ecuatorianos saben a labial chino. Ojalá aún nos quede algo de dignidad con patente ecuatoriana.
Antes, en la era de la banana republic, una constelación de siglas decoraban el escenario nacional: TEXACO, MOBIL, CONOCO, MAXUS, OCCIDENTAL, FMI, HALLIBURTON, BM, BID; ahora, en tiempos del socialismo del siglo 21, junto a varias de esas viejas siglas, se cuentan postmodernas marcas chinas: EXIMBANC, BANCO DE DESARROLLO, SINOPEC, BGP, CPBE, PETROCHINA, ANDES PETROLEUM, PETRORIENTAL, CNPC, la lista es larga, y en ella parasitan luminarias tiendas de negocios de los mismos patriarcas de la banana republic, y de nuevos zurdos ricos, para quienes la ganancia solo huele a ganancia. Esa es la otra historia, la callada por la boca del poder, una historia de acumulación originaria y ampliada de capital, a favor de las mismas añejas mafias, hermanadas con gánsteres digitales, encubiertos en ostentosos avatares socialistas.

Historia Patria, historia de la farsa contada desde la épica obscena del poder. ¡Qué dije, perdón! Hemos pasado cinco velasquismos, y de castigo tenemos un sexto, sin Velasco[iv]; vivimos una revolución marcista, sin Marx; una revolución juliana con la cual hicieron agosto los de siempre; una revolución liberal con el General montonero traicionado, descuartizado y arrastrado por los Plaza Gutiérrez[v]  que pululan en todo tiempo; una dictadura militar[vi]  no muy dura; una revolución gloriosa[vii], sin pena ni gloria; y una revolución ciudadana sin ciudadanos, como una flor sin elixir, como una Patria sin memoria.

Más temprano que tarde, porque la receta es la misma, como en el cuento del prestamista: primero va el gentil chulquero a ofrecer salvación monetaria al necesitado, si no cumple, vendrá la advertencia consular, y si no mismo cumple, aunque la deuda ya esté pagada, llegará el garrote, desembarcarán los cobradores de traje verde, solo que ahora ya no podremos ni gritar  “green go”  (fuera verdes), porque los gringos se volvieron amarillos. La diferencia entre cambiar el color del dogal y zafarse de él, es lo que hace de un hombre o de una nación, libre.   

Comparando el tufo ideológico y económico del Consenso de Washington: carta de navegación de la partidocracia neoliberal, con el hedor del Consenso de Pekín: hoja de ruta de los revolucionarios del siglo 21, la pestilencia es igual o peor, hemos salido de la asfixia de la banana republic para sofocarnos en la república del pedo chino. La disyuntiva está planteada: o seguimos tapándonos la nariz hasta sucumbir en la hediondez, o ambientamos el paisaje nacional con el libertario aroma de los lirios.




[i]  Pelucón, término popular utilizado por el Presidente Correa para referirse a las personas ricas que no están con él.
[ii]  Señor Presidente, título de una de las obras de Mjguel Ángel Asturias.
[iii]  Caldo de patas, plato típico ecuatoriano elaborado con patas de res.
[iv]  José María Velasco Ibarra, cinco veces presidente de Ecuador, insigne representante de la oligarquía y el populismo.
[v]  Leonidas Plaza Gutiérrez, liberal que traicionó la revolución de Eloy Alfaro.
[vi]  Dictadura del General Guillermo Rodríguez Lara, en la década del 70 del siglo 20, nacionalizó el petróleo.
[vii]  La Gloriosa, revolución popular de mayo de 1944, en la cual los partidos de izquierda entregaron el poder a Velasco Ibarra, para que lidere la revolución democrática. Comunistas y socialistas fueron desterrados y encarcelados, por el “líder revolucionario”.

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